Que lo
novedoso no nos impida ver lo original. Son dos cosas distintas y, la
mayoría de las veces, contrarias. En otros NOCTAMBULARIOS me he referido a que
debe haber verdad en el texto, si ciertamente lo escrito aspira a ser
literatura (y sin olvidar que la literatura engendra su propia verdad).
Mientras que "lo
novedoso" nos remite a aspectos externos a la creación literaria, tales
como el impacto mediático, el marco socio-cultural, las exigencias del mercado,
el gusto de la época... "la originalidad" nos confronta con la auténtica
literatura.
La
originalidad de la obra ha de ponerse en relación con su proximidad al origen
de lo que trata, es decir, con su autenticidad. No es tan decisivo que
se escriba algo nuevo, como que lo que se cuente, aunque ya se haya narrado
antes, se exprese de tal modo que parezca la primera vez. La originalidad tiene
que ser la del agua que recogemos con nuestras manos en su naciente, y no en
los remansos donde esa agua se enturbia de lodo y sedimentos.
Quien se dispone a
escribir (ya sea para desarrollar un argumento policíaco, o una imagen lírica o una comedia) ha de hacerlo
siempre con la exigencia de escribir algo fundacional, por más que en su obra
se reconozcan los ecos de otras obras.
Cuando hacemos el amor, como
cuando escribimos, no hacemos necesariamente nada "nuevo", pero siempre nos supone una vuelta al origen.
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