El tono
determina la distancia del escritor con el lector, y la relación entre
ambos. La oportunidad de un tono ampuloso, trágico, cómplice, jocoso,
contemplativo, reflexivo, vehemente, épico... dependerá de cómo convenga
presentarnos ante el lector, y de la confianza, el recelo, la empatía, la
admiración, la fascinación, la contrariedad... que busquemos despertar en él.
El tono de la obra repercute en
el modo en que el lector la recibe, y afecta, por tanto, a sus potenciales
interpretaciones, pues no leeríamos igual "Bodas de Sangre" si el
tono elegido por Lorca, en vez de ser lírico, sensual y trágico, fuese el de un
relato de costumbres.
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