martes, 27 de enero de 2015

Dejemos que los sustantivos ladren

 
 
Si, por ejemplo, escribimos "perro", dejémosle ladrar, escarbar y morder el texto, sin apresurarnos en emperifollarle con adjetivos. Si, por ejemplo, escribimos "casa", dejemos que el humo de su chimenea ahúme todo el párrafo. Con demasiada frecuencia acabamos por reconocer que nuestro desatino al adjetivar solo esconde la mala elección de un sustantivo. Acierta con el sustantivo, y siéntate a esperar: el "perro" te dirá si se conforma con perrear, o si además elige ser "inquieto", "amenazante", "somnoliento", "asilvestrado"...
 


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